lunes, 16 de junio de 2008

Entre la ingenuidad y el optimismo

Respuesta a la lectura obligatoria de Manuel Castells: Internet y la sociedad en red

“Internet es el tejido de nuestras vidas en este momento. No es futuro. Es presente….Internet es ya y será aún más el medio de comunicación y de relación esencial sobre el que se basa una nueva forma de sociedad que ya vivimos, que es lo que yo llamo la sociedad red.”
“Esto no significa que Internet no sea importante, quiere decir que no es Internet lo que cambia el comportamiento, sino que es el comportamiento el que cambia Internet.”
Si bien estas citas han sido extraídas de su contexto, vale la pena detenernos para analizarlos, ya que se presentan ciertas contradicciones. Cierto es que Internet se ha apropiado de nuestras vidas. Luego de haber pasado horas frente a la computadora, analizando los textos presentados por esta diplomatura comunicándome con mis compañeros virtuales y tutores, se hace evidente que nuestra cotidianidad se ha ampliado con un mundo nuevo que nos llega a través de la tecnología. Pertenecemos, humildemente, a esta sociedad en red. Somos consumidores y somos productores. Castells afirma que la tecnología sirve para profundizar aquello que ya existe y que se va modificando según las necesidades y consumo del usuario. Sabemos que esto es cierto, ya que existen muchas personas y tecnologías que se dedican a estudiar el comportamiento humano frente a los programas con el fin de mejorarlos. Quienes tienen comunidades físicas también las tienen en Internet, y quienes no las tienen, tampoco acceden a ellas en el ámbito virtual. Se afirma que esta tecnología es muy reciente para determinar qué efectos tiene sobre la sociedad, pero es innegable que ciertos efectos acarrea. Negarlo sería como decir que la revolución agrícola o la industrial no modificaron al hombre, no sólo en sus costumbres, sino en su forma de ver el mundo. Cada una de las grandes revoluciones sociales ha brindad al hombre cierta simplificación y como consecuencia, más tiempo para… Internet no queda excluido de este patrón de comportamientos. La comunicación es instantánea, la información es inmediata, pero seguimos cuestionando cuál es el efecto que tiene sobre el hombre, la sociedad, las culturas, los valores, las economías.
Las brechas digitales profundizan las brechas sociales que ya existían. Hoy no es analfabeto quien no sabe leer, sino aquel que no logra navegar con seguridad por un mar virtual. La Web 2.0 nos permite ser usuarios pasivos o activos, según nuestra motivación o necesidad. Con esto se plantea el debate sobre la calidad de todo aquello que se encuentra en red. Sitios como Wikipedia y YouTube nos ofrecen ejemplos de una sociedad en colaboración, donde un clic del mouse nos abre las puertas a un espectro interminable de opciones y posibilidades. Podemos compartir nuestro conocimiento y nuestras experiencias para que otros las aprovechen. Sin embargo, estos sitios también se saturan de basura, de ruido, de “bullshit”. Más allá de debatir sobre posturas cultas o populares, surge una vez más el tema ético. ¿Cómo filtrar aquello que es socialmente significativo y válido de aquello que no lo es? ¿Cómo lograr responsabilidad y conciencia colectiva entre los productores de este material virtual? ¿Cómo educar para discernir entre lo valioso y lo descartable? Después de todo, ¿qué es valioso y para quién?
No seamos ingenuos. Así como los usuarios modifican a la tecnología, también funciona recíprocamente. Nuestros jóvenes piensan en imágenes, necesitan una respuesta inmediata, no tienen tolerancia a la frustración, atienden superficialmente varias cosas simultáneamente, sin profundizar en ninguna. La manera de estudiar y de aprender y hasta el valor del conocimiento han cambiado aceleradamente en los últimos 15 años. Se profundizan los polos, destacándose el individualismo por un lado y el trabajo colaborativo por otro. El mundo se divide por una geografía digital, donde los cambios, el progreso, los avances circulan por hemisferios informáticos, con diferencias abismales comparados con las sociedades que aún luchan por comer.
Como en todo, también hay un lado optimista. Internet nos permite acceder a aquello que nunca hubiéramos soñado un par de décadas atrás. Sociedad en red, colaboración, espacio para ser escuchado (o leído), son ideales que debemos defender como usuarios y como educadores. En un tiempo en el que ya no se glorifican a los héroes, seamos humildes líderes positivos, guías y modelos para quienes acompañamos en la aventura de crecer.
“Internet es el corazón de un nuevo paradigma sociotécnico que constituye en realidad la base material de nuestras vidas y de nuestras formas de relación, de trabajo y de comunicación. Lo que hace Internet es procesar la virtualidad y transformarla en nuestra realidad, constituyendo la sociedad red, que es la sociedad en que vivimos.”

domingo, 15 de junio de 2008

Una mirada inicial

En los últimos 15 años han surgido una cantidad notable de herramientas tecnológicas que han modificado nuestro trabajo, nuestra profesión y nuestra calidad de vida. La primera herramienta que cabe mencionar es la computadora, que se ha masificado en las instituciones educativas, especialmente desde que se popularizó Windows y software denominado “user friendly”. Poco tiempo después, tuvimos acceso a Internet y con ello llegó el mundo entero a nuestras escuelas. Recuerdo que tuve que “volver a aprender a leer”, ya que la información no era lineal, sino funcionaba como una red, con hipervínculos que disparaban la información de un lado a otro. Los ojos ya no seguían el patrón establecido, leyendo de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, sino que tenía que acostumbrarse a “escanear” visualmente el monitor para hallar lo buscado. El índice y orden alfabético de una enciclopedia cambió por un buscador que recomendaba páginas y debimos aprender a hacer un recorrido rápido con la vista para descubrir lo apropiado. Se nos ofrecieron imágenes y sonidos que jamás hubiéramos soñado en conocer: recorridos virtuales en 360°, animaciones sumamente didácticas como el proceso de fotosíntesis o la circulación de la sangre, mapas, planos, imágenes satelitales se acercaron a la distancia de un clic. Todo podía ser guardado, copiado, archivado, impreso para uso en otras ocasiones. Averiguar lo insólito ya no era una dificultad. Pero más allá de las rutas virtuales de Internet, surgieron innumerables programas de software educativos, primero en disquetes y luego en CD-Rom, con material preparado para niños, donde podían aprender a leer mientras resolvían un misterio, a realizar operaciones para completar una misión, a ver imágenes e interactuar con juegos e información de manera apasionante.
Del video pasamos al DVD y las imágenes y el sonido se hicieron más precisos. Luego llegó a nuestro medio el celular, masificándose a una velocidad inesperada. Esto ha despertado un debate entre educadores y padres, ya que el uso del celular en clase significa interrupciones, copiado de respuestas, distracciones con juegos, fotos o videos de clases que luego eran subidos a Internet, entre otros problemas. La música que escuchamos ya no viene en discos o casetes, sino en CDs, que brinda mayor facilidad de manejo y sonido más preciso.
El retroproyector fue reemplazado por el proyector de multimedia, permitiéndonos ver películas y programas de la computadora como si estuviéramos en el cine. Los “smartboards” nos permiten utilizar el pizarrón como una hoja interactiva, en la que participan alumnos y docentes en un ir y venir de teorizaciones que cambian sustancialmente el centro y la dinámica de la clase tradicional, con el docente al frente como dueño del saber y los alumnos sentados en filas como receptores pasivos del conocimiento. Existen escuelas en Estados Unidos, como los Magnet Schools, donde los alumnos ya no asisten a la escuela con lápiz y papel, sino que cada uno, desde la escuela Primaria, tiene su propio Laptop, sin cables visibles, que funciona en red con la del docente y las de sus compañeros. El maestro plantea un problema, es discutido en grupos, luego cada grupo proyecta en el smartboard sus posibles respuestas, se hace una puesta en común y una discusión sobre resultados y procesos, se llega a acuerdos y se almacena este trabajo en sus Portfolios virtuales. El docente tiene acceso a estos archivos, los evalúa, los corrige si hace falta y los guarda como evidencia de aprendizaje. Estas son escuelas estatales y gratuitas. Lejos de nuestra realidad, donde la escuela cumple una doble función social, proveyendo en muchas circunstancias de necesidades básicas como alimento y vestimenta y luego, dentro de lo posible, ofreciendo saberes esenciales para sobrevivir en nuestro medio y para rescatar nuestra cultura. Se hace cada vez más evidente la intervención del Estado en el desarrollo de una sociedad de la información.
En palabras de Manuel Castells, “…si bien la sociedad no determina la tecnología, sí puede sofocar su desarrollo, sobre todo por medio del estado. 0, de forma alternativa y sobre todo mediante la intervención estatal, puede embarcarse en un proceso acelerado de modernización tecnológica, capaz de cambiar el destino de las economías, la potencia militar y el bienestar social en unos cuantos años. En efecto, la capacidad o falta de capacidad de las sociedades para dominar la tecnología, y en particular las que son estratégicamente decisivas en cada periodo histórico, define en buena medida su destino, hasta el punto de que podemos decir que aunque por sí misma no determina la evolución histórica y el cambio social, la tecnología (o su carencia) plasma la capacidad de las sociedades para transformarse, así como los usos a los que esas sociedades, siempre en un proceso conflictivo, deciden dedicar su potencial tecnológico.”
[1] Claro que aquí entran en puja el capitalismo y el estatismo, con sus inevitables consecuencias. El Dr. Diego Lewis cita a Alvin Toffler, refiriéndose a la Tercera Ola. Mientras Europa y Estados Unidos se encuentran en la cresta de esta revolución tecnológica, aún hay sociedades que apenas han llegado a la revolución agraria, ni hablar de una industrial o tecnológica.
Se planta sobre mesa de debate si la sociedad determina la tecnología o si la tecnología determina a la sociedad. En realidad, la sociedad evoluciona de manera no lineal sino espiralaza, de manera que todo es causa y todo es consecuencia. Sin embargo, los que hemos pasado años trabajando con niños y los hemos observado detenidamente y reflexionado sobre procesos, podemos afirmar que nuestros alumnos ya no tienen la misma forma de pensar ni de aprender. Pareciera que la misma mente ha cambiado (¿evolucionado?) y los niños son capaces de atender a varias cosas de manera simultánea, pero ninguna con gran profundidad. Viven en un mundo de respuestas inmediatas, de satisfacción inmediata, con poca tolerancia a las frustraciones, a la espera. Reinan la diversidad y el individualismo. Ahora, ésta es nuestra realidad, y con ella debemos trabajar de la mejor manera posible, aprovechando los cambios y las diferencias. Para esto es necesario un cambio de mentalidad en los docentes y un sistema que permita poner en práctica nuevas experiencias, que las avale.
El texto de Begoña Gros me recuerda esas escuelas en Estados Unidos, donde la tecnología está integrada naturalmente a la vida escolar. Sin embargo, el trabajo de Morín nos presenta lo que realmente deberían aprender los alumnos en las escuelas, y eso no depende exclusivamente de la tecnología. En un mundo tan tecnificado, hace falta volver a humanizar a la escuela. Para ello, debemos reconsiderar el concepto de error:
“Un conocimiento no es el espejo de las cosas o del mundo exterior. Todas las percepciones son a la vez traducciones y reconstrucciones cerebrales, a partir de estímulos o signos captados y codificados por los sentidos; …El conocimiento en forma de palabra, de idea, de teoría, es el fruto de una traducción/reconstrucción mediada por el lenguaje y el pensamiento y por ende conoce el riesgo de error….Existe una relación estrecha entre la inteligencia y la afectividad: la facultad de razonamiento puede ser disminuida y hasta destruida por un déficit de emoción; el debilitamiento de la capacidad para reaccionar emocionalmente puede llegar a ser la causa de comportamientos irracionales.”
[2] El conocimiento debe estar contextualizado, tratado con la profundidad que amerita en todo su aspecto multidimensional. Sin embargo, “Como nuestra educación nos ha enseñado a separar, compartimentar, aislar y no a ligar los conocimientos, el conjunto de estos constituye un rompecabezas ininteligible. Las interacciones, las retroacciones, los contextos, las complejidades que se encuentran en el no man´s land entre las disciplinas se vuelven invisibles. Los grandes problemas humanos desaparecen para el beneficio de los problemas técnicos y particulares. La incapacidad de organizar el saber disperso y compartimentado conduce a la atrofia de la disposición mental natural para contextualizar y globalizar.”[3]
Comencé esta Diplomatura pensando en la necesidad de tecnificar la tarea docente. En este momento no lo descarto, pero reflexiono sobre su prioridad. Si es fin de la escuela ofrecer a los alumnos aquello que la sociedad general no puede ofrecer, entonces el centro de la educación, aquello sobre lo cual debería girar todo lo demás, recae en valores humanos. “Civilizar y Solidarizar la Tierra; transformar la especie humana en verdadera humanidad se vuelve el objetivo fundamental y global de toda educación, aspirando no sólo al progreso sino a la supervivencia de la humanidad, la conciencia de nuestra humanidad en esta era planetaria nos debería conducir a una solidaridad y a una conmiseración recíproca del uno para el otro, de todos para todos. La educación del futuro deberá aprender una ética de la comprensión planetaria.”[4]




[1] Manuel Castells “La era de la información” Tomo I, Economía, Sociedad y Cultura

[2] Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Edgar Morin (1999) UNESCO

[3] Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Edgar Morin (1999) UNESCO
[4] Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Edgar Morin (1999) UNESCO-

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